miércoles, 17 de junio de 2015

"El curioso incidente del perro a medianoche" ~ Mark Haddon



Editorial: Letras de bolsillo, Salamandra.

Páginas: 268.

Sinopsis: A sus quince años, Christopher conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto  físico.
Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable. Emulando a su admirado Sherlock Holmes –el modelo de detective obsesionado con el análisis de los hechos–, sus pesquisas lo llevarán a cuestionar el sentido común de los adultos que lo rodean y a desvelar algunos secretos familiares que pondrán patas arriba su ordenado y seguro mundo.

Mi opinión: Es difícil dar una opinión exacta cuando el libro te ha producido tantos sentimientos que hace bastante no lograba tener. Lo comencé porque necesitaba algo ligero y ya había escuchado cosas buenas de él sin estar lleno de información ya que con tantas pruebas y trabajos no me iba a poder concentrar, pero el hecho de no haber ido con unas súper expectativas al leerlo fue lo mejor que pude hacer.
Christopher (como podemos notar en la sinopsis) no es un niño común, posee detalles que lo hacen diferente a los demás, es extremadamente inteligente, le encantan las matemáticas y logra resolver problemas sin dificultad, pero para ello su mundo debe estar en orden ya que cuando no sabe el significado de las cosas o acciones comienza a ponerse nervioso no dejándolo pensar con claridad y es en estos momentos donde la gente menos lo comprende, cada grito o acción que se pueda ver como peligrosa no es debido a que él sea peligroso, sino a que su miedo es mucho más fuerte y no lo puede controlar, es como poseer alguna fobia en particular, a mi por ejemplo me dan terror las arañas y sí, me comporto de manera extraña cuando veo una, lo mismo sucede en el interior de Christopher cuando lo tocan o se encuentra rodeado de muchas personas.
Son pocos los niños que logran crecer con la verdad por delante, y esta es una de sus cualidades, a él le fastidia que le mientan pero lamentablemente es algo que los adultos, o las personas en general solemos hacer bastante, se dice muchas veces que son “mentiritas piadosas” pero aún así siguen siendo mentiras, y al decirlas crea una desconfianza de si en una próxima oportunidad se estará diciendo la verdad. Esto es lo que complica a Christopher, al descubrir que le han mentido (en su mundo no hay cabida para las mentiras) comienza a desconfiar e incluso a pensar que quien le ha mentido le puede causar algún daño, pero lo que no logra comprender que todo se ha hecho para no causarle un dolor y es aquí donde comienza mi conflicto interior.
Todos sabemos que las mentiras son malas, pero al igual sabemos que hay mentirillas que son necesarias cuando queremos evitar que alguna persona sufra, pero no por ello nos convertimos en seres malévolos capaces de lastimar no solo con la mentira, sino que también físicamente. Esto es lo que Christopher no entiende, pero es algo que va más allá de su ser y no lo puede evitar, pero aún así me daban ganas de decirle que todo estaba bien y dejara de ignorar a quién le había mentido, que intentara entenderlo y me sentía triste y con rabia por su reacción. Otras también sentía unas ganas de abrazarlo pero obviamente no podría hacerlo porque a él no le gustaría, sacaría su navaja del ejército Suizo o su ratón domestico me mordería, así que solo bastaría con enseñarle mi mano con los dedos en forma de abanico y demostrarle que estaba ahí, y que lo quería.

Padre estaba de pie en el pasillo. Levanto la mano derecha y abrió los dedos formando un abanico. Yo levanté la mano izquierda y abrí los dedos formando un abanico e hicimos que nuestros dedos se tocaran. Hacemos eso porque a veces Padre quiere abrazarme, pero como a mí no me gustan los abrazos, hacemos eso en su lugar, y así me dice que me quiere.

Gracias a este libro logré tener conciencia de lo que sucede con las personas que poseen algo especial, no es que no quieran ser abrazados o queridos, solo les da nervio tener un contacto físico, visual (que para nosotros comúnmente es normal) o cualquiera sea su temor, pero si nos queremos hacer entender de alguna forma, y demostrarles lo que sentimos, si se puede… solo es necesario tiempo y comprensión, y obviamente mucho amor.
Comencé a leerlo pensando que solo sería un libro más, pero se ha convertido en uno muy especial.

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