→ Editorial: Letras de bolsillo,
Salamandra.
→ Páginas: 268.
→ Sinopsis: A sus quince años,
Christopher conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar
la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero
le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los
esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico.
Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de
la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un
horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable. Emulando a su
admirado Sherlock Holmes –el modelo de detective obsesionado con el análisis de
los hechos–, sus pesquisas lo llevarán a cuestionar el sentido común de los
adultos que lo rodean y a desvelar algunos secretos familiares que pondrán
patas arriba su ordenado y seguro mundo.
→ Mi opinión: Es difícil dar una
opinión exacta cuando el libro te ha producido tantos sentimientos que hace
bastante no lograba tener. Lo comencé porque necesitaba algo ligero y ya había
escuchado cosas buenas de él sin estar lleno de información ya que con tantas
pruebas y trabajos no me iba a poder concentrar, pero el hecho de no haber ido
con unas súper expectativas al leerlo fue lo mejor que pude hacer.
Christopher (como podemos notar en la sinopsis) no
es un niño común, posee detalles que lo hacen diferente a los demás, es
extremadamente inteligente, le encantan las matemáticas y logra resolver
problemas sin dificultad, pero para ello su mundo debe estar en orden ya que
cuando no sabe el significado de las cosas o acciones comienza a ponerse
nervioso no dejándolo pensar con claridad y es en estos momentos donde la gente
menos lo comprende, cada grito o acción que se pueda ver como peligrosa no es
debido a que él sea peligroso, sino a que su miedo es mucho más fuerte y no lo
puede controlar, es como poseer alguna fobia en particular, a mi por ejemplo me
dan terror las arañas y sí, me comporto de manera extraña cuando veo una, lo
mismo sucede en el interior de Christopher cuando lo tocan o se encuentra
rodeado de muchas personas.
Son pocos los niños que logran crecer con la verdad
por delante, y esta es una de sus cualidades, a él le fastidia que le mientan
pero lamentablemente es algo que los adultos, o las personas en general solemos
hacer bastante, se dice muchas veces que son “mentiritas piadosas” pero aún así
siguen siendo mentiras, y al decirlas crea una desconfianza de si en una
próxima oportunidad se estará diciendo la verdad. Esto es lo que complica a Christopher,
al descubrir que le han mentido (en su mundo no hay cabida para las mentiras)
comienza a desconfiar e incluso a pensar que quien le ha mentido le puede
causar algún daño, pero lo que no logra comprender que todo se ha hecho para no
causarle un dolor y es aquí donde comienza mi conflicto interior.
Todos sabemos que las mentiras son malas, pero al
igual sabemos que hay mentirillas que son necesarias cuando queremos evitar que
alguna persona sufra, pero no por ello nos convertimos en seres malévolos
capaces de lastimar no solo con la mentira, sino que también físicamente. Esto
es lo que Christopher no entiende, pero es algo que va más allá de su ser y no
lo puede evitar, pero aún así me daban ganas de decirle que todo estaba bien y
dejara de ignorar a quién le había mentido, que intentara entenderlo y me
sentía triste y con rabia por su reacción. Otras también sentía unas ganas de
abrazarlo pero obviamente no podría hacerlo porque a él no le gustaría, sacaría
su navaja del ejército Suizo o su ratón domestico me mordería, así que solo
bastaría con enseñarle mi mano con los dedos en forma de abanico y demostrarle
que estaba ahí, y que lo quería.
Padre estaba de pie en el pasillo. Levanto la mano derecha y abrió los dedos formando un abanico. Yo levanté la mano izquierda y abrí los dedos formando un abanico e hicimos que nuestros dedos se tocaran. Hacemos eso porque a veces Padre quiere abrazarme, pero como a mí no me gustan los abrazos, hacemos eso en su lugar, y así me dice que me quiere.
Gracias a este libro logré tener conciencia de lo
que sucede con las personas que poseen algo especial, no es que no quieran ser
abrazados o queridos, solo les da nervio tener un contacto físico, visual (que
para nosotros comúnmente es normal) o cualquiera sea su temor, pero si nos
queremos hacer entender de alguna forma, y demostrarles lo que sentimos, si se
puede… solo es necesario tiempo y comprensión, y obviamente mucho amor.
Comencé a leerlo pensando que solo sería un libro
más, pero se ha convertido en uno muy especial.
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